¡Culpable! Caí en la trampa. Pensaba que escribir era algo que podría considerar llegando a la edad
de la jubilación. ¿A qué horas iba a escribir si tenía un empleo de tiempo completo? ¿El fin de
semana, tal vez? Pero luego hay que hacer compras, limpiar la casa, lavar y planchar ropa. ¿En las
noches? Estoy demasiado cansada para concentrarme. ¿Intentar de levantarme más temprano? No
quiero ni pensarlo…
Pretextos no faltan. Porque eso son: pretextos. Miren aquí cómo romper el mito de la falta de
tiempo y la consecutiva dilación, con algunos trucos sencillos.
- Escribir durante lapsos cortos. No necesito dos o más horas cada día, ni llenar 5 páginas. Hay
que engañar a la mente. He intentado lo siguiente. Me propongo de escribir durante diez
minutos. Todos tenemos diez minutos en el día, pueden ser estos diez minutos que
checamos nuestro Instagram. Activo incluso el alarma en mi teléfono. Lo extraño es que
muchas veces con un objetivo de diez minutos en mente, escribo por quince, o veinte o
incluso más de treinta minutos. Si, al contrario, me digo que voy a escribir una hora, casi
seguro que ni llego a abrir mi ordenador… - Escribir sin editar. Avanzamos mucho más si simplemente escribimos sin volver a leer lo
escrito y comenzar a editar. La escritura es una actividad creativa y solicita el hemisferio
derecho del cerebro. Editar un texto es un trabajo que requiera análisis, y esta capacidad
está localizada en la parte izquierda del cerebro y por lo tanto no se pueden hacer ambos a la
vez. No funciona. Escribe libremente y deja la edición para otro momento. - Recompensarse por un trabajo bien hecho. ¿Qué tal una copa de vino después de la
escritura, o un café con un pastelito? La metafórica “zanahoria” nos puede ayudar… - Las ganas de escribir llegan escribiendo. Es cuestión de simplemente comenzar y lo demás
fluye; las ideas llegan, el entusiasmo se detona, las palabras aparecen y nos sentimos
reviviendo otra vez.
¡Comienza ahora!
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