
Uno de los dilemas a los que nos enfrentamos al escribir es el punto de vista del narrador. La pregunta que hacemos en la práctica es: ¿escribo en primera, segunda o tercera persona?
Antes de seguir, déjame aclarar la diferencia entre la “voz” o la persona narrativa y el punto de vista, ya que se presta a mucha confusión.
El punto de vista nos va a indicar la información que va a recibir el lector, es decir, de qué detalles se va a enterar. Y hay tres tipos:
1. El punto de vista desde arriba: el narrador es omnisciente: Sabe lo que piensan y sienten los personajes. También describe los decorados y escenarios por los que transita la novela. Digamos que es una especie de Dios dentro de la literatura. Tiene un control absoluto sobre la historia sin formar parte de la trama. Por lo general, se usa la tercera persona para darle voz.
Ventaja: es fácil de narrar, no requiere mucho análisis, se cuenta la historia con todas sus facetas y puntos.
Desventaja: deja muy poco lugar a la imaginación, ya que el lector se entera de todo.
Ejemplo: Sandra y Rafael forman una pareja feliz. Tienen una hija adorable, un buen trabajo y una casa bonita. Pero Sandra nota que hay un cambio en Rafael y se preocupa. Él ha perdido su empleo, pero no sabe cómo dar esta noticia a su esposa.
Narración con un narrador omnisciente
Rafael no logra conciliar el sueño. Finge dormir para no despertar a Sandra. La noticia que recibió hace unos días le cayó como un balde de agua fría sobre la cabeza. Cuando su jefe lo convocó a su oficina, pensó que le iba a anunciar una promoción. Fue todo lo contrario: ¡lo despidieron! No tuvo las agallas de decirlo a su esposa. Al llegar a casa puso buena cara, ayudó a Sandra con la cena y jugó con Milena, su pequeña hija. Ya lleva días así fingiendo que todo está como siempre.
Sandra no logra conciliar el sueño. Está preocupada. Finge dormir para no despertar a Rafael, que se ve tan plácido en brazos de Morfeo. Hay algo. Ya hace algunos días que nota a Rafael diferente. El primer y segundo día pensó que a lo mejor su esposo estaba algo cansado, pero ahora está segura de que hay algo más. No es normal. Miles de preguntas se forman en su mente: ¿Habrá encontrado otra mujer? ¿O será que tiene una enfermedad? Sus constantes pensamientos y el cansancio que ello supone la llevan a caer en un profundo sueño.
Aquí el narrador no forma parte de la trama, lo ve todo desde arriba. Sabe lo que hace, siente y piensa Sandra, pero también está al tanto de los pensamientos, miedos, angustias y todo lo que pasa con Rafael.
2. El punto de vista desde uno de los personajes: aquí hablamos de un narrador equisciente. Es como poner una camera a uno de los personajes y seguirlo por todos lados. El lector solamente sabe lo que ve, piensa, siente y hace este personaje. Este punto de vista es más moderno y tiene la preferencia de los lectores actuales. Ten en cuenta que genera mayor empatía. Permite participar en la trama y adivinar lo que está pasando detrás del escenario. En este caso podemos usar tanto la tercera como la primera persona.
En las novelas de intriga de Agatha Christie se aprecia muy bien. El policía o detective es el que narra la historia. En la novela negra a menudo encontramos que la trama se cuenta del punto de vista del delincuente. Mientras que en los thrillers psicológicos suele ser la víctima la que nos cuenta los eventos desde su perspectiva.
La pregunta que nos tenemos que hacer no es si escribir en primera o tercera persona, sino si el narrador es omnisciente o equisciente. Una vez resuelta esta cuestión, es más fácil decidir cómo escribir.
Ventaja: es la más cercana a la realidad. En la vida real sabemos únicamente lo que uno siente y piensa. No conocemos a ciencia cierta lo que pasa en la vida interior de los demás.
Otro punto a favor es que al leer empatizas con mayor facilidad con el personaje y lo sientes más próximo.
Desventaja: tenemos una visión limitada de lo que pasa. Solo nos enteramos de los pensamientos, emociones y sentimientos del personaje en cuestión.
Regresamos a la escena de Rafael y Sandra. Contamos la misma historia, pero desde el punto de vista del narrador equisciente, en este caso Sandra.
Sandra no logra conciliar el sueño. Está preocupada. Finge estar dormida para no despertar a Rafael. Se voltea a ver su esposo. Duerme de lado y únicamente ve su espalda. Entonces, escucha su respiración que indica un sueño plácido y profundo.
Ya tiene algunos días que nota a Rafael diferente. El primer y segundo día pensó que a lo mejor su esposo estaba algo cansado. Ahora está segura de que hay algo más. No es normal. Miles de preguntas se forman en su mente: ¿Habrá encontrado otra mujer? ¿O será que tiene una enfermedad? Sigue un rato así con sus pensamientos circulares y cansada de tanto analizar finalmente cae en un profundo sueño.
¿Notas la diferencia con la narración anterior? Aquí seguimos a Sandra con sus pensamientos, angustias y acciones. El lector únicamente se entera de lo que ella sabe, siente, imagina, piensa. Ella no sabe nada sobre la situación nueva de su esposo y por lo tanto el lector tampoco. De Rafael solo sabemos lo que Sandra sospecha, no conocemos sus pensamientos de él, ni lo que ha pasado en su oficina.
3. Punto de vista desde debajo del nivel de los personajes: es un punto de vista poco habitual con un narrador deficiente. Sabemos menos de lo que sabe el propio personaje. No voy a entrar en más detalles, solo quise añadirlo por tener la información completa.
Bien, ahora que hemos decidido escribir desde el punto de vista de un solo personaje, vemos si nos conviene más la primera persona o la tercera. La segunda persona se usa poco en obras de ficción, pero es bastante común en libros de no-ficción.
Si decidimos escribir en primera persona el lector se sentirá más identificado. Es el propio personaje que habla con voz propia. Eso implica que hay que cuidar que el lenguaje que usa se corresponda a su personalidad. Por ejemplo, una mujer delicada, tímida y seria no utilizará un lenguaje lleno de groserías, ni un lenguaje tosco y abrupto. Su manera de hablar y expresarse será mucho más “floreado”.
Vamos a ver cómo quedaría el fragmento desde la perspectiva de Sandra, narrando en primera persona.
No logro conciliar el sueño. Estoy preocupada. Finjo estar dormida para no despertar a Rafael. Volteo para ver a mi esposo. Duerme de lado y únicamente veo su espalda. Entonces, escucho su respiración que indica un sueño plácido y profundo.
Hace algunos días que noto a Rafael diferente. El primer y segundo día pensé que a lo mejor estaba algo cansado, pero ahora estoy segura de que hay algo más. No es normal. ¿Habrá encontrado otra mujer? ¿O tiene una enfermedad? Sigo un rato dándole vueltas, pero me noto tan cansada que caigo en un profundo sueño.
Compara ambos textos. ¿Es cierto que te sientes más cerca de Sandra cuando se narra la escena en primera persona y le dejamos contar los hechos en su propia voz?