Mi hermana e ilustradora de mis libros
Mi hermana, Annemie, siempre ha tenido una facilidad para dibujar y una imaginación desbordante. Esta combinación es mágica. Recuerdo aún un dibujo de ella, cuando tenía unos escasos siete años, creo. Era una tarea para la clase de religión; el tema era la resurrección de Cristo. Ella dibujó los apóstoles vestidos de pantalón y camisa de nuestra época, con las manos en los bolsillos, cabeza agachada y grandes lágrimas cayendo en el suelo. Cristo a cambio, vestido de mezclilla, cabeza en alto, silbando. Había dibujado incluso las notas musicales saliendo de su boca.
Así es ella.
Nunca tomó ninguna clase de dibujo o cursos en artes plásticas, otros que la hora obligatoria en la primaria. Ella desarrolló su propio estilo y técnica. Aunque somos muy diferentes (a mí el dibujo no se me da para nada), tenemos eso en común que somos perfeccionistas y también “espíritus libres”. No nos gusta seguir caminos ya trazados; nos gusta avanzar al ritmo de nuestro propio tambor interno. En cuanto al arte, lo hacemos con el corazón y no nos apegamos a convencionalismos. No hacemos arte para complacer a un público, o un mercado; nuestra creatividad es un medio de estar conectadas con nuestro “yo” verdadero, de sentirnos transportadas a otra dimensión. El arte es un lugar donde estamos “en la zona”.
Dudé mucho en pedirle de hacer la ilustración para mi primera novela, porque sabía que tenía poco tiempo. En aquel momento, tenía todavía su propio negocio, un salón de café donde se servían los pasteles hechos por mi padre y las crepas preparadas por mi madre, entre muchas cosas. Un lugar que siempre parecía una colmena y donde a ciertas horas no encontrabas una mesa libre. Un negocio que funcionó pero que era al mismo tiempo muy demandante. A pesar de sus escasas horas libres, aceptó de dibujar para mi libro. Le explique la trama, los temas y los personajes, ya que ella no habla español. Eso fue suficiente para poner su imaginación a trabajar.
Me encantaron las amapolas, el lobo y los otros elementos que escogió para dar vida a la cobertura de “Anatomía de una entrega”. ¡El dibujo es una obra de arte! Me lo regaló para mi cumpleaños.
Mientras que escribía mi segunda novela, ella dibujaba la guitarra y los colibríes para la portada y me enviaba fotos del progreso. Los colibríes eran hermosos, se veían tan reales. Eligió flores de la pasión para enmarcar todos los elementos. Otra vez me quedé fascinada con el resultado.
¡Y claro que seguiremos juntando nuestras ideas y aptitudes creativas para llevar a cabo más proyectos!
¡Estoy sumamente agradecida por su enorme contribución y aún más orgullosa de tener una hermana tan talentosa!